Arquitectura silenciosa
El edificio, obra de AIA Arquitectes, se alza sobrio, sin estridencias, con fachadas limpias, proporciones armónicas y una modernidad contenida que respeta su entorno.
No busca llamar la atención, sino acompañar. Ser fondo. Ser refugio.
Las ventanas perfectamente alineadas —con persianas integradas— generan un ritmo visual que transmite orden y calma. La luz entra controlada, serena. Todo está en su sitio.
Jardines con narrativa
Pero el alma del proyecto no se queda en los muros.
La magia está fuera. En esos senderos de grava que serpentean como arroyos entre jardines privados delimitados por celosías metálicas. En la vegetación que ha sido cuidadosamente seleccionada por Simbiosi Estudi: nativa, resiliente, sensorial.
No es un jardín decorativo.
Es un paisaje en transformación. Un microcosmos donde crecen palmáceas, gramíneas y especies de textura frondosa. Donde cada planta ha sido elegida por su carácter, su olor, su capacidad de depurar el aire, atraer vida, y contar una historia distinta con cada estación.